Al fútbol le llegó el socialismo
26/11/2007 - 12:15:00
Autor: Orlando Barone


Lanús y Tigre, que ahora compiten por la hazaña, vienen históricamente de competir por la derrota.

Lanús debe haber perdido tantos partidos que los hinchas más veteranos podrían recordar cada
uno de sus escasísimos triunfos; y la experiencia futbolística de Tigre ha sido más la de “gatito” que la de tigre. Que esos dos equipos estén allá arriba es como si de pronto el campeonato se hubiera vuelto socialista. Hay que imaginar el shock que compromete psíquicamente a sus hinchas acostumbrados a perder; a tener que memorizar el grito de gol y ensayarlo entre sueños porque en la realidad son pocas las veces en que Lanús y Tigre convirtieron algunos.

Hinchas capaces de acordarse de las pocas veces que gritaron gol en sus largas vidas de hinchas. Y que nunca vieron a un jugador de su equipo protagonizando una campaña de marketing de un producto Premium y ni siquiera de un producto de oferta. Porque un hincha de club chico está destinado fatalmente a ver entrar goles en su arco, a oír festejarlos siempre a los contrarios, y a leer noticias de su club en letra chica.

Y cuando les nace un crack apenas lo llegan a ver lucir la camiseta del club porque en todas las fotos idolátricas de después, el crack saldrá con otras camisetas y todos se olvidarán cuál fue su origen.

El hincha de club chico está destinado a volver de la cancha ya no triste, sino resignado a estarlo como parte inseparable de su identidad y de su karma. Esa es su grandeza espiritual: la del mártir del fútbol.

La del que sabe que su equipo de salarios de terrenales, de obreros sale a la cancha a jugar contra equipos con ingresos de elite, de contribuyentes ricos. Lanús y Tigre son como es la vida de la mayoría de la gente: anónima, pequeña, lejos de la notoriedad y del gran dinero. Gente a la que nadie se apura a saludarla en la calle, y que fuera del barrio tiene que llevar documentos. Un club de fútbol chico es como un poeta modesto que no está incluido en el catálogo de maestros de ninguna editorial grande. Y que cuando muere nadie le dedica una necrológica de esas que reciben los poetas famosos cuando mueren. Lo que ocurre ahora en el fútbol es como si de pronto el derrame le llegara milagrosamente a los pobres; pero no por la filantropía de los ricos sino por ganarles un ratito la pulseada de la distribución de la riqueza. Hay una tendencia de época política. En que los “nadies” aspiran a ser alguien, y en vez de gobiernos que los empujan hacia abajo consagran gobiernos que al menos los soplan un poquito hacia arriba. Todos lo saben, hasta los ganadores- los que gozan privilegios- el mundo es menos justo que injusto. También el fútbol.

Y aunque todavía no se sabe cuál será el desenlace, Lanús y Tigre ya lograron probar que es posible cambiarlo. Aunque sea un instante. Aunque sea cada tanto.

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