Homero del tango dejó versos larga vida
01/11/2007 - 11:28:00
Autor: Orlando Barone



Como esos productos de consumo en cuyos envases se estampa la leyenda “Larga Vida”- porque prolongan su preservación en el tiempo- los versos de Manzi ya dieron tanta fe de perdurables que hasta puede uno arriesgar que son eternos. Ugo Foscolo, aquel poeta italiano de los siglos dieciocho y diecinueve decía : “ Los poetas viven cuando mueren”. Repito: Los poetas viven cuando mueren”. ¿Hace falta explicarlo? Quiere decir que para un poeta verdadero la vida es el después de la vida; es ser la memoria del pasado; es vivir más allá de la muerte.Es algo así como un Dios más pequeño. Basta que un solo verso se cuele atravesando los tiempos entre la inmensa hojarasca de versos escritos y olvidados, para que el poeta más modesto justifique su inclusión en el Parnaso de quienes aspiran a ser inolvidables. Homero Manzi parece cumplir la profecía al pie de la letra. Y al pie de su poesía. “Malena canta el tango como ninguna/ y en cada verso pone su corazón”... “Malena canta el tango con voz quebrada, Malena tiene pena de bandoneón”. Manzi puro. Aunque es un poeta impuro como debe ser un poeta. Distinto al descarnado y desesperado Discépolo; al vivido y trashumante Cadícamo; al amante idealizador Homero Expósito y al oscuramente denso Horacio Ferrer.Manzi dice: “Sur...paredón y después.../Sur...una luz de almacén”. Con Troilo construyeron un vaivén incomparable.Qué paradójico: en 1951, antes de morir y desde el hospital compone "Discepolín” con música de Troilo. Es un homenaje a Discépolo, zaherido y despreciado por ser peronista y por protagonizar en la radio aquel personaje “Mordisquito” contrario a los contreras del peronismo de fuerte importancia y rango social.Cuando el cáncer lo despidió de la vida Manzi tenía cuarenta y tres años. No supo ya acerca del tango, ni del Buenos Aires, ni del porteño de después.Pero había militado en Forja, cuando jóvenes radicales de Yrigoyen encuentran la continuidad en el movimiento obrero. Manzi entendió el peronismo que es una forma de querer entender la Argentina sin presumir de ser escandinavo. Cuando él moría la aldea global no existía. Pero existían otras consignas y leyendas igualmente globales.Y cuando él nació, hace cien años, recién Freud propagaba su revelación del inconsciente que hoy es nuestra marca identitaria; y Einstein todavía tendría que esperar una década para disparar su teoría de la velocidad, el tiempo y el espacio, que se convertiría en progreso tecnológico y en bomba atómica. Y Borges era un niño del que solamente su madre sabía que era un genio. Pero Manzi tendría que esperar para saber qué significaría para él el tango y qué recibiría el tango de él.El destino de esta clase de letristas pequeños grandes, no es el libro: Manzi no escribió ninguno. Como si para la creación le bastara solamente el sostén de la música. Y le basta. ¿Es menos grande un poeta popular que un poeta culto? Dilema falso. Porque lo único que cuenta es el resultado. Y Manzi- que se llamaba Homero- no habrá escrito la incomparable Odisea del primer Homero, pero dejó escritos versos inseparables de ese arte plebeyo que es el tango.“ Y el último organito se perderá en la nada/ y el alma del suburbio se quedará sin voz”.

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