Carta argentina para un libro pequeño
09/10/2007 - 12:30:00
Autor:
http://www.continental.com.ar/noticias/490997.asp


Desde el jueves un cajero automático de Las Heras y Agüero nos sorprenderá como un prestidigitador tecnológico: no expenderá dinero sino libros. Libros tan pequeños como un atado de cigarrillos, pero de autores de tamaño extra large. Ese fenómeno físico, estético y ético costará un peso: el valor de la moneda que habrá que colocar en la ranura para recibir no uno sino dos libros mínimos, pero máximos. De autores como José Martí, Lucio V. Mansilla, Groussac o Sarmiento. El cajero está frente a la Biblioteca Nacional en el apeadero llamado Witold Gombrowicz; aquel escritor polaco, admirado por Sábato, que vivió y escribió en la Argentina, autor de la novela “Ferdidurke”, fantástica en los dos sentidos.
La idea nace de la dirección de la Biblioteca Nacional, de su director Horacio González. La impresión y diseño de los libros son de Leopoldo Kuslesz fundador de la editorial El Zorzal.
Les voy a contar algo de este tipo llamado Kuslesz. Es un joven matemático que vino al país luego de una larga estadía europea y después de haber cursado allá estudios superiores. El título de matemático desde ya anticipa alguna inteligencia. De modo que verlo regresar al país en aquellos años de la crisis y listo para encarar un proyecto editorial parecían contradecirlo.
Un día, en un encuentro casual, y en plena hecatombe del corralito, cuando muchos que ahora claman por el tomate, machacaban con sus zapatos de tacos altos y bastones las puertas bloqueadas de los bancos, Kuslesz me regala su primer libro editado en la Argentina: “Leyendo a Euclides”.
De paso me “desasnaba” de lo poco que sabía de ese geómetra griego de la escuela de Platón. Creo recordar que al recibir el libro le dije como agradecimiento: “¿Justo ahora venís a poner una editorial en la Argentina? Como cálculo matemático no parece un acierto”. Se sonrió y me dijo: “Esto pasará. Y aunque no pase me quedo”. Al poco tiempo fue el editor de esa obra de Silvia Bleichmar, “Dolor país”, que cundió como un reguero. Y sigue editando.
Ahora, llega este cajero automático que expende libros a un peso.
Precio simbólico. Hasta un indigente o un niño que en vez de ir al quiosco cambie de rumbo, podrían comprarlos. Aquel joven que volvió a la Argentina cuando todos se iban es el que los imprime y edita.
Esta carta es pequeña y la historia también.
Poniendo una moneda en la ranura se reciben dos libros. Por tantos agoreros que tiran pálidas, hay argentinos que te dan esperanzas.