Hoy, 5 de octubre, no me pasa nada
05/10/2007 - 12:10:00
Autor:
http://www.continental.com.ar/noticias/489429.asp
Todos cumplimos años todos los años hasta que ya no cumplimos. Yo hoy cumplo setenta. Si fuera uno de esos insectos que viven un solo día ya andaría por al atardecer. Si fuera un perro tendría como diez años y en invierno me pondrían una mantita escocesa en el lomo. Si fuera uno de esos habitantes del Cáucaso o de Mongolia, que llegaron a vivir más de un siglo, todavía tendría expectativas de llegar a la era en que para los argentinos inteligentes el tomate sea una insignificancia que no merece tanto lío.
Si fuera un artista genial sería como Goethe, que terminó de escribir Fausto después de los ochenta. Si fuera un sabio me desprendería de muchas cosas. Y si tuviera más coraje también.
Hoy cinco de octubre en pleno Libra cumplo setenta años. Gasté ilusiones, gasté tiempo, gasté pensamientos, gasté amores, gasté alegrías y tristezas y sigo teniendo la ingenua esperanza de que lo que gasté se repone y renueva hasta que un día se seca. Los grandes simbolistas Chevalier y Gheerbrandt dicen de Libra: “séptimo signo del zodíaco, enlazado con el número 7, signo del equilibrio de lo cósmico y lo psíquico; entre el yo espiritual y el yo exterior. Busca desde su punto central nivelar los platillos del motor y del freno, del impulso y la retención”.
Aquí estamos siempre más atraídos por el impulso que por el freno.
Estamos con el pasado y el presente, y ante el enigma del futuro. Sería bueno vivir doscientos años como un quelonio de Galápagos pero sin caparazón y sin esa piel arrugada de tortuga.
O sentir que entre el peso de la idiotez que cada uno carga encima, y el peso de la lucidez, la idiotez pese menos cada día. Me doy cuenta, con alguna inquietud, que cada instante que pasa soy el viejo entre los más jóvenes. Y soy el “maestro ciruela” que los engaña porque aprende más de ellos que lo que aparenta enseñarles. Y los jóvenes a su vez me engañan simulando que aprenden cuando en verdad saben que me enseñan. No tuve la gran vida aventurera del que escaló el Himalaya ni la del que se sumergió en las profudidadess oceánicas, ni la del astronauta que navega por los cielos remotos.
Tuve hijos, planté árboles escribí libros. Promedio estándar. Lo único que a los setenta años me hubiera gustado ser, y no soy, es un hombre menos irritado con la intolerancia y la mediocridad. Es que me irrito porque yo también soy mediocre e intolerante, aunque no siempre. El mejor lema para mi es ese del poeta Horacio que dice: "Carpe diem" (aprovecha tu día). Quiere decir no desperdicies la vida que te toca. Agarrala con lo que sea hasta con el último diente que te quede.
Hoy no comeré tomate. Pero con mi pequeña familia íntima comeré ostras.
Perché mi piace.