Che, ya no se puede vivir sin aire acondicionado
20/11/2007 - 12:24:00
Autor: Orlando Barone
¿Cómo pueden vivir sin aire acondicionado quienes no lo tienen? ¿Y cómo hacían antes cuando pocos tenían ventilador, otros se apantallaban y la mayoría tenía que salir a la puerta o al balcón para recibir alguna brisa si soplaba?
El récord de venta de este año de un millón de aires acondicionados es una prueba de su actual preeminencia. Hay gente que en verano no siente ni sabe qué es el calor porque entre la oficina, el bar, el auto y su casa nunca recibe la temperatura natural sino la determinada por el aparato. Hay quinchos con aire acondicionado. Y hay iglesias y vestuarios de jugadores de fútbol. Y hay gente que sin aire acondicionado se siente primitiva y antediluviana. Y gente que la pasa más fresca en el trabajo que bajo el techo de lata donde tiene la cama. Muchos que van a los shoppings lo hacen para compensar el fresco que les falta en sus casas.
Esta es la civilización del clima artificial. Hay gente que en la playa, en la arena, extraña el aire acondicionado. Hay bebés de tanta actualidad que lloran y patalean si la madre apaga el aparato.
Tampoco hace años había freezers en la mayoría de las casas. La carne abombada formaba parte del menú cotidiano. A veces, para disimular el hedor, se la mejoraba con vinagre. Comer pescado era un acontecimiento de semana santa y comerlo en verano era casi un riesgo de extinción.
Se podían contar y enumerar las piletas de natación que había en los clubes; y eran excepcionales las que había en algunas casas privilegiadas. Ni siquiera había pelopinchos. Ahora hay piscinas en pisos de edificios de departamentos. Piscinas en el living.
¿Cómo se hacía para sobrevivir al calor, incluso con vestimentas más formales , los hombres con saco y corbata y las mujeres con enagua y sin ombligo ni nada al aire?
Hacer el amor en un cuarto en esas condiciones era como estar en un sauna haciendo gimnasia. Además no había delivery. Nadie te traía el helado a la casa. Hacía calor y había que joderse. Los quioscos eran quioscos de cigarrillos; no tenían heladeras colmadas de bebidas heladas. Al quiosquero encogido en el hoyo solo se le veía la cara sudada. Tampoco había, como ahora, bolsas de cubitos de hielo al paso en los garages y estaciones de servicio. En los cines de barrio hacía tanto calor que la gente para secarse el sudor se llevaba al cine la toalla.
Se dice que hoy, por el surtido de la prosperidad electrodoméstica, se consume seis veces más electricidad que hace un cuarto de siglo. Por eso revienta el suministro de energía. El placer y el confort se pagan.
Siga, siga el baile. La naturaleza da para todo. Pongamos aire acondicionado hasta en la última morada. En el ataúd, por las dudas. El aire tal como viene del aire, es un anacronismo histórico. El verano al natural es para Tarzán, para los subtes y para los pobres.
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